Entre 1905 y 1906, el arquitecto don José López Sallaberry construyó por encargo de don Eduardo Adcoch el palacete existente en el Paseo de la Castellana número 37, con vuelta a la calle Rafael Calvo y calle Fortuny.
Construido en una época en la que la alta sociedad madrileña se iba del centro de la Capital aprovechando el ensanche de la Castellana, haciendo un símbolo del poder económico y social.
Construyó un palacete en piedra, con diversas influencias, abundando los elementos neorsnacentistas españoles, junto al gusto francés de principios de siglo.
Tras diversas propiedades y cambios de uso, en 1999, fue vendido a la empresa Ferrovial. Desde es memento, el palacete se convirtió en la sede de la Fundación Rafael del Pino. Tras la compra, fue reformado para albergar la sede de la Fundación. De la rehabilitación se encargó Rafael de La Hoz Castanys.
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