jueves, 4 de mayo de 2017

EL MORO CELOSO

Esta leyenda era la preferida del gran don Emilio Carrere, tan enamorado de la calle del Sacramento. Poco más o menos, era ésta su versión:


Habitaban la casa un noble moro y su esposa, mujer de extraordinaria hermosura, quien tenía como amante a un caballero español. Pasaron unos meses y de la noche a la mañana, desapareció el galán hispano, sin que ya más se supiera de él. Como pasa siempre, al principio se comentó su ausencia y más tarde se le olvidó por completo. Transcurrido el tiempo, falleció el árabe y, entonces, la bella mora descubrió lo sucedido: su esposo había sorprendido juntos a los amantes y dado muerte a su rival. Para dejar impune su acción le habilitó una tumba en el tejado de la misma vivienda. La enamorada, como tributo a su amante, se convirtió al cristianismo y en su recuerdo hizo instalar una cruz de madera en el lugar que fue durante algún tiempo la tumba del caballero español.

Más o menos hasta los años 70, la casa de la Cruz de Palo estaba en la contemplación del perplejo transeúnte de la calle del Sacramento. Por ella todavía en las noches de luna, vuelve a pasear el fantasma de Emilio Carrere, con su capa y su pipa inconfundibles, que va diciendo:
           
                     " La calle del Sacramento
                     duerme en un encantamiento secular.
                     Con sus vetustas mansiones
                     sus palacios infanzones,
                     y sus amables rincones
                     tan dulces para soñar... "

Leyendas y Anécdotas del Viejo Madrid de Francisco Azorín. Ediciones El Avapiés 1992


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