miércoles, 3 de mayo de 2017

¡ CHUPATE ESA !

                                                   "Fea, pobre y portuguesa...
                                                   ¡ chúpate esa ! "

El gracejo popular así calificaba a Isabel de Braganza y Borbón, segunda esposa de las cuatro que tuvo Fernando VII. Se exageraba bastante, pero no se levantaba ninguna calumnia. Su rostro tenía ojos redondos y saltones, poco expresivos; nariz prominente; boca pequeña y torcida; además era bastante sosita, bueno muy sosita. Su reinado duró dos años; murió al hacerle la cesárea, con motivo del nacimiento de su segunda hija. En tan corto espacio de tiempo, sólo hay que destacar una curiosa anécdota y una de sus pocas aficiones que resultó verdaderamente providencial.

La anécdota:

El monarca no tuvo mucho apego a la portuguesa y animado por el duque de Alagón y por Chamorro, sus compañeros de cuchipandas y golferías, realizaba frecuentes visitas nocturnas a diversos antros, entre ellos, al de Pepa la "Malagueña". La ingenua soberana, sabedora de la debilidad de su marido por las mujeres de " rompe y rasga ", una noche, le esperó vestida de manola, incluso con un clavel en el moño. El monarca, al encontrarla con semejante atuendo, se quedó atónito; pero en seguida soltó una carcajada; Isabel se echó a llorar y Fernando la expulsó de la habitación con malas maneras. Desde entonces la reina se resignó a recoger, en cada amanecida, el sobrante del festín erótico nocturno.

Ala reina le gustaba la pintura, y también de cuando en cuando, pintaba. Conociendo este hecho, los artistas madrileños, se acercaron a ella para que intercediera ante el rey, con objeto de que el edificio que se había construido bajo la dirección de Juan de Villanueva en el reinado de Carlos III, para museo de Ciencias Naturales, pero que no llegó a cumplir tal finalidad, se transformarse en museo de Pinturas. El monarca accedió. Cuando se inauguró, Isabel de Braganza ya había muerto, pero en su testamento había dejado una fuerte manda para su fundación.


Es bonito que con el dinero de una mujer, que pasó como una sombra por la historia de España, se iniciara así una de las primeras pinacotecas del mundo.


Del libro Leyendas y Anécdotas del Viejo Madrid. Editorial Avapiés año 1992



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